sábado, 2 de febrero de 2013

Una W desaforada




Un nuevo documento en blanco. Acabo de darle al Word, y lo primero que me viene a la cabeza es eso de “Albolote, Albolote, maricón el que no vote”…No sé si en vuestros ordenadores este sistema os recibe así, dando brincos la W desafora y uno esperando a que se calme para escribir, en fin, tiempos modernos para los que nos ha cogido a medio camino. 



Pero no me quiero ir por las ramas, que yo soy muy propensa a eso, que por lo que he abierto el ordenador es porque estaba cavilando, como casi todos, sobre los tiempos que corren y el por qué personalmente, cada vez con más frecuencia, vuelvo a los griegos y a su “mitomanía”. Ya sé que habrá más de uno pensando que qué dice esta tía, pero me da igual, el que no quiera que no siga leyendo: hoy me he propuesto escribir lo que pienso sin filtros, sí, sí, como esos que van diciendo que les gusta ser muy sinceros y , ya sabéis, te sueltan a la cara todo lo que ni tú ni yo les hubiésemos preguntado porque no queríamos oírlo y, además, es mentira. En fin, que hoy me ha dado por pensar en otra mujer de las de antes: en Andrómeda.


Y como esta tierra es inhóspita, o por lo menos no es el mundo que yo imaginaba habitar cuando, en ese pueblito blanco y andaluz de mi niñez, me proyectaba en el 2013. Lo digo porque no esperaba un futuro cargado de tanta frustración y dolor para los ciudadanos que no vamos al trabajo en coches con chofer ¿Qué pensaba? pues pensaba.. ¡que se yo!, otra cosa para mis calles, para mis hijos, porque en ese futuro un poco lacónico los tenía. Y los tengo. Para mis amigos, que también los tenía. Y los tengo; y hasta para mis padres, que ¡pobrecitos! ya les había tocado sufrir los ecos de los muertos de la posguerra para ahora, tener que ver también a tanto sinvergüenza estafando al pueblo. Pues sí, yo había soñado en mi niñez una España mejor, y salgo esta mañana camino a mis asuntos y veo a una multitud rodeando a una abuela que llora, sentada en su butaquita de toda la vida en mitad de la acera gris, todo porque echó una firma –esta sabía escribir, las que no, estamparon una huella en el anonimato del ADN–, para que sus hijos se pudiesen alojar en un piso de 90m a una hora de su trabajo; y el fin de semana pasado fui a visitar a mi hijo al barrio de clase media donde vive y estudia, céntrico, y donde todos han pagado sus impuestos mientras han podido… Y vaya panorama ¡vaya paisaje cívico y urbano! Tropiezo con muebles que no tienen donde colocarse y pisos que no saben a qué vinieron a este mundo porque no tienen a nadie que los ocupe, y en su locura no saben   
cual es su función, si quedarse o mudarse a Tombuctú 
(donde buena falta les hacen).

Y en esta locura, la gente te cuenta que votó lo contrario de lo que pensaba, porque las elecciones anteriores votaron a los que decían pensar como ellos, y lo único que ocurrió, con esa papeleta de color imposible de recordar, es que se encontraron sin trabajo, porque las empresas no iban bien, y a ellos, un pequeño eslabón, los echaron a la calle… Y ya, sin sueldo y con cierta edad como ha cogido la crisis de principios del XXI a la mayoría de los españoles, a ver dónde van, ni idiomas, ni títulos universitarios ni la mínima preparación tecnológica que demanda la empresa actual; que de hace poco tiempo a esta parte, pasa en España que cualquier burro con 40 ó 50 puede ser doctor o catedrático, pero los de la posguerra, no, no señor… “Bastante tuvimos con aprender además del español…”, me dice un taxista que por su aspecto debe estar a punto de jubilarse. 


En fin, que yo iba a hablar de Andrómeda, pero ha venido un viejo conocido a tomar café y me he dicho: “Pues voy a contaros lo que dice, que está bien, resulta interesante, lleva más razón que un santo, y dicho esto, ahora que se ha ido y la W se ha quedado por fin quieta, os cuento lo de esta mujer que vaya historia también, no está nada mal. Y es que visto con nuestra mentalidad, eso del destino nos parece una cosa ilógica, aunque algo une a los griegos y a nosotros además de tener una pésima economía, una realeza que ellos no quisieron y unos gobiernos desastrosos. Creo que mejor otro día hablamos de Andrómeda.

7 comentarios:

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  2. Cuando los "no escribientes" (por eso de que ya no hay sordos sino "no oyentes"),leemos de corrido lo que los "escribientes" nos regalan, en forma de historias formadas con letras, palabras ,frases, puntuación y ortografía...
    Pensamos que lo demás,viene dsepués solo. (por añadidura).
    !Es tan facil pensarlo así!
    Pero- Siempre hay "peros" si pretende explicarse en este tema, cualquier novato (novata en este caso).
    Despueés de pensarlo un momento- esto está tirado-
    Un no escribiente comienza a emular, lo que facil le pareció desde el principio.
    Empienza por una mayúscula y, y y...
    !Ahora es cuando la realidad abofetea al no escribiente!
    Ná... Que no hay manera, que no sale ná
    Que dificil es - piensa entonces el "no escribiente"- contar buenas historias, contarlas bién y que interesen.

    Un abrazo y gracias Herminia por regalarme tus narraciones .

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  3. Vaya, vaya, y eso que dices que no escribes, si llegas a saber.... Lo único que hace falta es ganas de contar –como decía Martín Gaite–, buenos oyentes, y trabajo. Y LUZ

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  4. Genial tu reflexión, por cierto que a mi desde el título me ha provocado un torbellino de ideas que acentúa el mareo en el que vivo en los últimos tiempos: desaforados-votos-sistema y, maricones porque a estos últimos son a los únicos que puedo respetar, si sólo son maricones y no políticos-maricones claro.

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  5. desaforado en estos tiempos es una palabra que en todos sus significados nos lleva a nuestros políticos y esta W del sistema (no operativo) no bota esta vez, vota, aunque para lo que nos sirve. Gracias.

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  6. Todos los monstruos exigen doncellas. Antes teníamos un sistema de luchar contra el monstruo, aquel viejo marxismo tan parecido a veces al cristianismo que daba grima. No hizo falta que el monstruo le pudiese: lo estropearon sus responsables actuando como lo que eran: seres humanos. Tuvimos otro sistema: el gandhismo o la resistencia pasiva. Esta vez el monstruo tenía un problema y aprendió. El gandhismo no tiene futuro alguno si no hay opinión pública, y el monstruo se agenció la opinión pública y le llamó televisión o El País o El Mundo o, a veces, internet. Y el monstruo siguió comiéndose doncellas. Pues sí.

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  7. Si Miguel, creo que las consecuencias de esta comunicación masiva aún no somos capaces de preverlas con claridad ¿Y cómo llevar a cabo nuestra lucha sin saber a qué monstruo nos enfrentamos?

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