lunes, 26 de noviembre de 2012

La ilusión lírica



Pero mira que nos gusta etiquetar, teorizar, clasificar o componer a modo de cantata esas opiniones gastadas, por siempre dichas, a las personas y a las cosas. A mí la primera.
 He leído en el blog de un señor, un intelectual de provincias pero de calado, que le molestan los mercadillos ambulantes porque dejan las calles como callejones, y las señoras que van a la compra con sus carritos porque le dan en los tobillos, y los viandantes con los que tiene la mala suerte de tropezarse –todo según él– porque lo dejan maloliente. ¡Pobre hombre!, de verdad, con tanto avance ¿a nadie se le ha ocurrido un tele transportador para que este señor no tenga que pasar por estos “arrabales  del medievo” al ir a su trabajo o a comprar sus libros de Historia? Va a ser porque estoy acostumbrada a vivir cerca, muy cerca del Zacatín, va a ser porque vivo entre perroflautas, titiriteros, músicos de violín desconchado, pintores de suelo, amas de casa que van al mercado de “San Agustín” ,juglares y gitanas que venden romero, por lo que me siento una afortunada de la vida al sacar a pasear a mi perro –sí señor, tengo perro, pero voy con mi bolsita y recojo  sus cacas, aunque no tengo recipiente para sus pipis(todo se andará)– y encontrarme esa corrala viva y heterogénea que ha creado una España salida de la exquisitez de comunión y novena, llena de hombres y mujeres capaces de apreciar, sin populismos del diecinueve,  la cultura. No la cultura del pueblo, ni la cultura con o para el pueblo. La cultura.

  En fin, que encuentro a este señor más propio de hacer de estatua en “el Tenorio” que de escribir un blog.
             
             Amigos lectores, esta vez, nada más.



lunes, 19 de noviembre de 2012

EXODUS



El siglo XX comenzó con la promesa, especialmente inglesa –podía haber sido rusa, americana o alemana, ya se sabe de la facilidad de los pueblos poderosos a hacer promesas­–, de una tierra para los judíos. Luego vino la Primera Guerra Mundial. Hubo muchas ayudas, muchos agradecimientos, muchas deudas y favores que pagar… La Segunda Guerra Mundial no sólo cambió el mapa político, sino que trajo un cambio ideológico muy acusado debido especialmente, a la crueldad extrema con que habían sido tratados los judíos en Europa. Todo el mundo se sintió responsable de una manera u otra. Porque, todo hay que decirlo, les costó a los países europeos abrir sus fronteras a la emigración, e incluso los propios judíos, exceptuando los americanos, no movieron un dedo a favor de su propia gente que sufría y moría a manos de los nazis en el viejo continente. Pienso que fue fundamentalmente el gran sentimiento de culpa, siempre pernicioso, el que allanó el terreno hasta conseguir que la ONU en 1947 repartiera Palestina. Hay que recordar que los romanos dieciocho siglos antes los dejaron sin patria. 
Ben Gurion, el máximo activista de la causa sionista, dijo que había que “erigir un Estado de inmediato, incluso si no es en todo el territorio. El resto vendrá con el tiempo. Tiene que venir (…) Estoy seguro de que nos estableceremos en otras partes del país, ya sea mediante acuerdos con nuestros vecinos árabes o por otros medios”(citado en El muro de hierro). Estas palabras dichas a su hijo, nos dan idea de las intenciones que tenía el que finalmente y no mucho tiempo después, proclamaría el nacimiento del Estado de Israel (14 de mayo del 48). Poco a poco, ya habían comenzado los desplazamientos del pueblo palestino. Citando de nuevo a Ben Gurion en 1947, antes incluso de que los británicos abandonasen esa tierra, dijo:”Apoyo el traslado obligatorio –se refería, claro está a la población palestina y añadió: No veo nada inmoral en ello” Creo que reflejan muy bien la mentalidad con la que los sionistas se fueron instalando en Palestina. 

Como tantas veces sucede se manipuló a la opinión pública vendiendo una imagen de los judíos vagando por el mundo o aún peor, permaneciendo en los campos de concentración, sin tener a dónde ir. Gracias a los historiadores, hoy sabemos, hace tiempo que lo supimos, que la mayoría de ellos había elegido Francia, el Reino Unido o EEUU para instalarse. Son muchos los datos históricos, cifras, fechas y nombres propios con los que puedo avalar mis afirmaciones, pero no quiero despistarme por esas selvas de datos. Quiero ir a lo esencial, a lo que me ha impulsado a escribir este artículo: la injusticia. Denunciar, una vez más, que los hombres que hacían la alta política utilizaron el sufrimiento de muchos supervivientes del Holocausto como instrumento político. Los mostraron al mundo sin ningún pudor en barcos viejos, hacinados, desnutridos y enfermos. Como ejemplo cito el barco que da nombre a este artículo, el Exodus, nombre por cierto muy oportunamente elegido. ¿Cómo no dar la tierra prometida a esas personas de rostros demacrados y ojos hundidos que expresan todo el sufrimiento que es capaz de soportar el ser humano? 

En 1947 se formó una comisión investigadora: la UNSCOP (Comisión Especial de la ONU para Palestina). El Alto Comité Árabe la trató con desprecio, inclinando así la balanza aún más si cabe hacia los intereses sionistas, los cuales fueron mucho más inteligentes y utilizaron hasta espías para adelantarse a los deseos de dicha comisión. Así, poco a poco, sibilinamente, fueron unos armándose con la mejor tecnología y formando uno de los ejércitos más modernos del mundo apoyados por EEUU, Rusia y las grandes fortunas de judíos norteamericanos y otros, desorganizados, indisciplinados y pobres, lanzaban voces amenazadoras y ponían a la opinión pública en su contra. Porque unos y otros perpetraban atentados, como ejemplo me viene a la memoria la masacre de Bombay, la organización yihadista lanzando cohetes o el atentado por parte de Irgun contra el Hotel King David que mató a 91 persona. En definitiva, unos y otros mataban y matan, cada uno como puede, pero los sionistas contaron desde un principio con el apoyo internacional para instalarse en esa tierra y poco a poco, han ido arrinconando a los palestinos y apropiándose de todo. Fue Truman el que más apoyó y forzó el Estado de Israel. Era el presidente entonces y quería volver a serlo. El voto de 6 millones de judíos norteamericanos era significativo. 



Todo eso ya es historia, pero no ha comenzado mejor el siglo XXI. La ultraderecha más conservadora, la ideología religiosa extremista con su intolerancia, la avaricia que hace que se hagan promesas a unos y otros sin intención de cumplirlas, tienen el suelo del planeta repleto de guerra y miseria. Y hace que mi primer impulso ante las imágenes de Gaza, el Congo o los negros que llegan a nuestra costa en patera, sea posar la mirada en otras cosas, pero me encuentro con la cara de mis hijos o de los amigos que vienen a jugar con ellos a casa, y me obligo a mirar a esos niños ensangrentados que no lloran mientras esperan, con los ojos fijos en un punto cero, en la cama de un hospital desvencijado. Han abandonado la niñez antes de aprender a jugar. Miro y observo la niñez en la morgue, envuelta en sábanas blancas y rojas y las caras de sus mayores impotentes y callados, gestando más y más odio, la única defensa ante tanto horror. Luego una arcada me llega ante la visión de los espectadores-excursionistas de la frontera de la franja de Gaza- y de los políticos de salón, y se agolpan en mi mente muchos, muchísimos adjetivos de los que sólo puedo escribir algunos como estúpido o cruel, que podría acompañar de verbos que los harían más reales, pero son las imágenes de los fotógrafos que arriesgan su vida las que mejor describen el horror: un padre meciendo suavemente en sus brazos a su hijito muerto, una madre a la que se lo arrancan de su regazo destrozado, muerto y también mutilado; niños famélicos al lado de padres que ya nunca más podrán protegerlos.

Estoy leyendo un libro de Amos Oz, “Una historia de amor y oscuridad”. Dice en un momento del libro, que aprovecho para recomendar: “Oyeron las voces de júbilo en las calles judías, quizás se asomaron a la ventana para ver los escasos cohetes que rasgaron la oscuridad del cielo, apretaron los labios y callaron. Hasta los papagayos callaron. Y calló el chorro del estanque del jardín. A pesar de que ni Katamón, ni Talbia, ni Baqah (barrios de Jerusalén) podían saber aún que cinco meses más tarde caerían por completo en manos de los judíos y en cada casa de piedra rojiza abovedada y en cada villa repleta de cornisas y arcos se instalarían otras personas…” Mientras escribo estas palabras que a mi me suenan bellas y tristes, fuera llueve sin cesar colándose entre las hojas amarillentas de los tilos; es un deslumbrante espectáculo. Mi perro tumbado cerca de un radiador me mira, lo miro y bajo la mirada. Me da vergüenza pertenecer a la peor especie depredadora que ha tenido la historia del planeta Tierra; ese cuyos recursos tan mal repartimos. Porque también cuesta entender que con 20º bajo cero alguien decida cerrar el grifo del gas permitiendo que sus semejantes lleguen a morir de hipotermia, o que haya cada vez más casas vacías mientras crece sin parar el número de gente sin casa. Gaza ocupa lamentablemente una vez más, las páginas de los principales diarios, pero no olvidemos las pateras o El Congo, no menos cruel y sí más solitario. Quizá por proximidad o porque estamos muy acostumbrados a que la muerte siempre esté en África por un motivo u otro, nadie ha salido a la calle a protestar por las violaciones –mueren más mujeres por este motivo que por malaria, el cólera o la fiebre amarilla-, por la corrupción y la miseria en un país rico en recursos en cuyo suelo se están cometiendo hoy, ahora mismo, las mayores atrocidades de que es capaz el ser humano.

Sólo saco una cosa en claro: Siempre sufren los mismos.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

Variaciones sobre un mismo tema


Por tamaño y trazado Granada es una ciudad que nos permite a muchos ir caminando a la mayoría de los lugares de nuestro día a día. A mi me gusta andar, camino rápido y estoy acostumbrada al chubasquero, al abanico y a la bufanda. Así que suelo ir casi trotando a todas partes. Como en cualquier ciudad universitaria, ves mucha gente con libros en la mano o cargando una mochila llena de ellos. Y mas de una vez me he preguntado : ¿Por qué existen tantas personas que acaban sus estudios y no vuelven a coger un libro a pesar del empeño de profesores y del despliegue de medios? Y llevando las cosas un poco más lejos ¿por qué tanto empeño? No pasa nada si la gente no lee ¿o no? Yo parto de la premisa de que es necesario que nadie se ponga a leer sin ganas porque cuando lo que lees no te interesa, hay una pérdida gradual del sentido del tiempo y este se alarga y se alarga casi hasta hacerse eterno. 

Estas cuestiones que daban vueltas en mi cabeza como una sopa de letras desde hace tanto tiempo que no soy capaz de decir cuando empezaron ni que las motivó, las trata a mi parecer de forma admirable Juan Domingo Argüelles, un autor que descubrí gracias a Juan Mata, que sin él saberlo, me ha guiado en la elección de muchas de mis lecturas desde el 2008.

Y como para muestra un botón, entresaco aquí algunas reflexiones contenidas en “La letra muerta. Tres diálogos virtuales sobre la realidad de leer”.

Son libros, que algunos tachan de irreverentes, otros consideran políticamente incorrectos, otros aplauden, pero que desde luego hacen reflexionar.




“[…]Pienso que son necesarios el diálogo y el debate cordial sobre un tema que se da por sabido, sobre aspectos del libro y la lectura que también se dan por hechos, y sobre cuestiones de estadísticas y de índices de lectura que aportan muy poco a la comprensión de por qué unos leemos y otros no, y por qué los denominados "no lectores" sólo lo son en el sentido de no leer libros canónicos o autorizados, pero que sí tienen, indudablemente, experiencias de lectura que no respetamos porque nos parecen deleznables.

Todos los que leemos podemos decir y acuñar frases muy efectistas sobre la nobleza del libro y la lectura, sabiendo perfectamente que nadie las discutirá. Son lugares comunes que se oyen muy bien y nos dan una aureola de seres inteligentes y sensibles a quienes importa mucho el pasado, el presente y el futuro de la cultura impresa. Sin embargo, con no poca frecuencia, de esas frases derivamos conceptos excluyentes y soberbios porque estamos, a un tiempo, autosatisfechos como lectores y resentidos porque los demás no son como nosotros.

Es obvio que siempre será más fácil emitir y formular estos pensamientos sobre la nobleza del libro y la lectura, que conseguir que los demás entiendan el porqué de la lectura de libros y nos emulen en nuestra pasión. Por eso, son muchos los lectores y promotores que se desesperan y se exasperan y comienzan a emitir, junto a sus discursos sobre la nobleza de la lectura, otros que consideran complementarios, de carácter agresivo y despectivo acerca de los que no leen: "burros" es lo menos que les dicen.

Éstas son las concepciones que me parecen moral e intelectualmente indecentes e inaceptables; de ahí mi propuesta de un verdadero diálogo, es decir donde realmente nos escuchemos, para debatir esas cosas "positivas" que siempre damos por sentadas. A mi juicio, es importante que una satisfacción íntima no nos conduzca a un fanatismo despreciativo hacia quienes no tienen las mismas satisfacciones que nosotros los lectores. […]”


Otros títulos:

 

            
                                                      
                                                     

Así que si te interesa el tema prepárate el café o el poleo menta, apodérate de la butaca que hay cerca de la ventana, coge la mantita y a leer... si quieres.

sábado, 10 de noviembre de 2012

"¿Entonces estas personas son unas especie de caníbales?"









Noviembre puede ser un buen mes para emprender una nueva actividad. Justo cuando las hojas de los árboles inundan nuestras plazas y parques, cuando la gente se reúnen al calor de la chimenea a asar castañas y los amigos buscan tertulia en los cafés, yo quiero haceos partícipes de mi amor a la lectura, la música, la pintura...En fin, todas esas actividades propias y exclusivas del ser humano llamadas también cultura y, que cada vez tienen menos valor.

Y como algunos ya saben y a los que no se lo digo yo, de mi admiración por Doris Lessing, quiero utilizar uno de sus discursos en esta primera entrada:


"Érase una vez un tiempo -y parece muy lejano ya- en el que existía una figura respetada, la persona culta. Él -solía ser él, pero con el tiempo pasó a ser cada vez más ella- recibía una educación que difería poco de un país a otro -me refiero por supuesto a Europa- pero que era muy distinta a lo que conocemos hoy. [...]"


En este fragmento del discursos pronunciado en el 2001 con motivo del Premio Principe de Asturias expresa ya su preocupación por la cultura y percibe la incorporación masiva de la mujer a todos los ámbitos de la misma.


Corto algunos párrafos para no extenderme mucho, aunque os recomiendo leerlo entero pues merece la pena y sigo con una anécdota que muestra su ironía y su sentido del humor:



"[...] El griego y el latín están desapareciendo. En muchos países la Biblia y la religión ya no se estudian. A una chica que conozco la llevaron a París para ampliar sus miras -que falta le hacía- y aunque destacaba en sus estudios, confesó que nunca había oído hablar de católicos y protestantes, que no sabía nada de la historia del Cristianismo ni de cualquier otra religión. La llevaron a oír misa a Nôtre Dame, le dijeron que esta ceremonia era desde hacía siglos base de la cultura europea, y que debería por lo menos saber algo de ello, y ella lo presenció todo obedientemente, tal y como presenciaría una ceremonia de té japonesa, y luego preguntó: "¿Entonces, estas personas son una especie de caníbales?". En esto ha quedado lo que parece perdurable.

Hay un nuevo tipo de persona culta, que pasa por el colegio y la universidad durante veinte, veinticinco años, que sabe todo sobre una materia -la informática, el derecho, la economía, la política- pero que no sabe nada de otras cosas, nada de literatura, arte, historia, y quizá se le oiga preguntar: "Pero, entonces, ¿qué fue el Renacimiento?" o "¿Qué fue la Revolución Francesa?"
Hasta hace cincuenta años a alguien así se le habría considerado un bárbaro. Haber recibido una educación sin nada de la antigua base humanista: imposible. Llamarse culto sin un fondo de lectura: imposible. [...]"

Y termina su discurso con una bonita alusión a nuestra historia de Al-Andalus y con una frase antídoto del pesimismo:



"[...] Escribí lo que acabo de leer antes de los acontecimientos del 11 de septiembre. Nos espera una guerra, parece ser que una guerra larga, que por su misma naturaleza no puede tener un final fácil. Sin embargo, todos sabemos que los enemigos intercambian algo más que balas e insultos. En España quizás sepan esto mejor que nadie. Cuando me siento pesimista por la situación del mundo, a menudo pienso en aquella época, aquí en España, a principios de la Edad Media, en Córdoba, en Granada, en Toledo, en otras ciudades del sur, donde cristianos, musulmanes y judíos convivían en armonía; poetas, músicos, escritores, sabios, todos juntos, admirándose los unos a los otros, ayudándose mutuamente. Duró tres siglos. Esta maravillosa cultura duró tres siglos. ¿Se ha visto algo parecido en el mundo? Lo que ha sido puede volver a ser.

Creo que la persona culta del futuro tendrá una base mucho más amplia de lo que podemos imaginar ahora."


¿A que no hay nada mejor que una persona positiva? Bueno... Hasta otro rato.