miércoles, 14 de noviembre de 2012

Variaciones sobre un mismo tema


Por tamaño y trazado Granada es una ciudad que nos permite a muchos ir caminando a la mayoría de los lugares de nuestro día a día. A mi me gusta andar, camino rápido y estoy acostumbrada al chubasquero, al abanico y a la bufanda. Así que suelo ir casi trotando a todas partes. Como en cualquier ciudad universitaria, ves mucha gente con libros en la mano o cargando una mochila llena de ellos. Y mas de una vez me he preguntado : ¿Por qué existen tantas personas que acaban sus estudios y no vuelven a coger un libro a pesar del empeño de profesores y del despliegue de medios? Y llevando las cosas un poco más lejos ¿por qué tanto empeño? No pasa nada si la gente no lee ¿o no? Yo parto de la premisa de que es necesario que nadie se ponga a leer sin ganas porque cuando lo que lees no te interesa, hay una pérdida gradual del sentido del tiempo y este se alarga y se alarga casi hasta hacerse eterno. 

Estas cuestiones que daban vueltas en mi cabeza como una sopa de letras desde hace tanto tiempo que no soy capaz de decir cuando empezaron ni que las motivó, las trata a mi parecer de forma admirable Juan Domingo Argüelles, un autor que descubrí gracias a Juan Mata, que sin él saberlo, me ha guiado en la elección de muchas de mis lecturas desde el 2008.

Y como para muestra un botón, entresaco aquí algunas reflexiones contenidas en “La letra muerta. Tres diálogos virtuales sobre la realidad de leer”.

Son libros, que algunos tachan de irreverentes, otros consideran políticamente incorrectos, otros aplauden, pero que desde luego hacen reflexionar.




“[…]Pienso que son necesarios el diálogo y el debate cordial sobre un tema que se da por sabido, sobre aspectos del libro y la lectura que también se dan por hechos, y sobre cuestiones de estadísticas y de índices de lectura que aportan muy poco a la comprensión de por qué unos leemos y otros no, y por qué los denominados "no lectores" sólo lo son en el sentido de no leer libros canónicos o autorizados, pero que sí tienen, indudablemente, experiencias de lectura que no respetamos porque nos parecen deleznables.

Todos los que leemos podemos decir y acuñar frases muy efectistas sobre la nobleza del libro y la lectura, sabiendo perfectamente que nadie las discutirá. Son lugares comunes que se oyen muy bien y nos dan una aureola de seres inteligentes y sensibles a quienes importa mucho el pasado, el presente y el futuro de la cultura impresa. Sin embargo, con no poca frecuencia, de esas frases derivamos conceptos excluyentes y soberbios porque estamos, a un tiempo, autosatisfechos como lectores y resentidos porque los demás no son como nosotros.

Es obvio que siempre será más fácil emitir y formular estos pensamientos sobre la nobleza del libro y la lectura, que conseguir que los demás entiendan el porqué de la lectura de libros y nos emulen en nuestra pasión. Por eso, son muchos los lectores y promotores que se desesperan y se exasperan y comienzan a emitir, junto a sus discursos sobre la nobleza de la lectura, otros que consideran complementarios, de carácter agresivo y despectivo acerca de los que no leen: "burros" es lo menos que les dicen.

Éstas son las concepciones que me parecen moral e intelectualmente indecentes e inaceptables; de ahí mi propuesta de un verdadero diálogo, es decir donde realmente nos escuchemos, para debatir esas cosas "positivas" que siempre damos por sentadas. A mi juicio, es importante que una satisfacción íntima no nos conduzca a un fanatismo despreciativo hacia quienes no tienen las mismas satisfacciones que nosotros los lectores. […]”


Otros títulos:

 

            
                                                      
                                                     

Así que si te interesa el tema prepárate el café o el poleo menta, apodérate de la butaca que hay cerca de la ventana, coge la mantita y a leer... si quieres.

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