sábado, 9 de febrero de 2013

Un roto en el ojal


No me sorprende escuchar el tópico tan típico en nuestros tiempos, en los que lo vulgar ha tomado las riendas del siglo XXI y está cristalizando en las mentes de las nuevas generaciones de forma alarmante, de que “la inteligencia conspira contra sí misma”. Y es que si algo es más inofensivo para la propia inteligencia es ella misma, y me atrevería a decir que también para el resto del mundo (incluyo a la Naturaleza).
           
El problema es que las personas toleramos que otro sea más guapo que nosotros, más rico, más alto y más joven, pero no más inteligente. Esta palabra cuando sirve para nominar al prójimo va acompañada siempre de un PERO : es muy inteligente, pero muy raro. Es muy inteligente, pero muy introvertido. Es muy inteligente, pero aburrido. Es muy inteligente, pero está desequilibrado. Es muy inteligente, pero… Como si todos estos “peros defectuosos” fuesen a causa de la inteligencia y no a pesar de ella. Y es que qué podemos esperar de una sociedad que se ha dejado atrapar por la cultura de la mediocridad. Cuando cultura y política van de la mano el precipicio, históricamente hablando, siempre ha estado cerca. Porque el arte en general es un proceso creador cuyo origen es la necesidad profunda de expresión y lo único que hay que exigirle es honradez y autenticidad. El problema surge cuando la cultura, o lo que ahora llamamos cultura, está subvencionada por políticos mediocres o corruptos, o las dos cosas a la vez. No hay que ser muy avispado para prever los resultados: de seguir por este camino, solo la élite disfrutará de las obras de arte. Se puede estar conforme o disconforme con las vías para hacer llegar la cultura a la mayoría, pero nunca debemos apoyar los cauces que lo hacen aún a costa de perder de vista nuestros más importantes y básicos objetivos didácticos y éticos. Aunque, claro, no se subvenciona ni se elige aquello que puede resultar incómodo para sus detentadores y que pudiese cuestionar las ideologías que sostienen su poder.

Así que pidamos, como pedía Juan Ramón Jiménez, que la inteligencia nos de el nombre exacto de las cosas, no solo para nombrarlas con exactitud, sino para diferenciar la paja del trigo.


Y termino con una cita del genial ensayista y poeta americano Allen Tate :

“[…] defender la diferencia entre la comunicación masiva como medio de dominar al hombre y el conocimiento del hombre mismo que la literatura ofrece como forma de humana participación”

3 comentarios:

  1. La cultura siempre ha estado en manos de unos pocos, el problema es que ahora nos hacen creer que está al alcance de todos.

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  2. ¡Nos han hecho creer tantas cosas! para mi admiración, aunque ya me asombro de poco, recientemente leí en una fachada con grandes letras "Juventud al poder", este es el resultado de tanta ley y contra ley de educación, estoy convencido de que aquella criatura que había escrito aquello, creía firmemente en lo que decía. Espero no estar errado ni herrado al pensar que en el poder debería estar la inteligencia, la honradez, el esfuerzo y un sinfín de...
    Gracias "Guardiana" plumas y voces como la tuya es lo que necesitamos.

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  3. El poder convierte el concepto cultura en un recipiente hueco, suele provocar más ruído cuanto más vacío está.

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