No me sorprende escuchar el tópico tan típico en nuestros
tiempos, en los que lo vulgar ha tomado las riendas del siglo XXI y está
cristalizando en las mentes de las nuevas generaciones de forma alarmante, de que “la inteligencia conspira contra sí misma”. Y es que
si algo es más inofensivo para la propia inteligencia es ella misma, y me
atrevería a decir que también para el resto del mundo (incluyo a la
Naturaleza).
El problema es que las personas
toleramos que otro sea más guapo que nosotros, más rico, más alto y más joven,
pero no más inteligente. Esta palabra cuando sirve para nominar al prójimo va
acompañada siempre de un PERO : es muy inteligente, pero muy raro. Es muy
inteligente, pero muy introvertido. Es muy inteligente, pero aburrido. Es muy
inteligente, pero está desequilibrado. Es muy inteligente, pero… Como si todos
estos “peros defectuosos” fuesen a causa de la inteligencia y no a pesar de
ella. Y es que qué podemos esperar de una sociedad que se ha dejado atrapar por
la cultura de la mediocridad. Cuando cultura y política van de la mano el
precipicio, históricamente hablando, siempre ha estado cerca. Porque el arte en
general es un proceso creador cuyo origen es la necesidad profunda de expresión
y lo único que hay que exigirle es honradez y autenticidad. El problema surge
cuando la cultura, o lo que ahora llamamos cultura, está subvencionada por políticos mediocres o corruptos, o las dos cosas a la vez. No hay que ser muy avispado para prever los resultados: de
seguir por este camino, solo la élite disfrutará de las obras de arte. Se puede
estar conforme o disconforme con las vías para hacer llegar la cultura a la
mayoría, pero nunca debemos apoyar los cauces que lo hacen aún a costa de
perder de vista nuestros más importantes y básicos objetivos didácticos y
éticos. Aunque, claro, no se subvenciona ni se elige aquello que puede
resultar incómodo para sus detentadores y que pudiese cuestionar las ideologías
que sostienen su poder.
Así que pidamos, como pedía Juan Ramón Jiménez, que la
inteligencia nos de el nombre exacto de las cosas, no solo para nombrarlas con
exactitud, sino para diferenciar la paja del trigo.
Y termino
con una cita del genial ensayista y poeta americano Allen Tate :
“[…] defender la diferencia entre la comunicación masiva como
medio de dominar al hombre y el conocimiento del hombre mismo que la literatura
ofrece como forma de humana participación”
La cultura siempre ha estado en manos de unos pocos, el problema es que ahora nos hacen creer que está al alcance de todos.
ResponderEliminar¡Nos han hecho creer tantas cosas! para mi admiración, aunque ya me asombro de poco, recientemente leí en una fachada con grandes letras "Juventud al poder", este es el resultado de tanta ley y contra ley de educación, estoy convencido de que aquella criatura que había escrito aquello, creía firmemente en lo que decía. Espero no estar errado ni herrado al pensar que en el poder debería estar la inteligencia, la honradez, el esfuerzo y un sinfín de...
ResponderEliminarGracias "Guardiana" plumas y voces como la tuya es lo que necesitamos.
El poder convierte el concepto cultura en un recipiente hueco, suele provocar más ruído cuanto más vacío está.
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